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- Ayyyyyyyyyyyyyyyyyyyy!!!!!!!!!! , Ayyyyyyyyyyyyyyyyyyy!!!!!!!, ¡Pero qué é estooooo!-gritaba la "Pitones", mientras la Carmela se partía de la risa desde el pasillo.- ¡Fornisiando jotra vé con la piojosa!
- "Pitone" , que no é lo que parese, siquiya.-contestaba, tartamudeando el torero sin a tinar a salirse del barreño.-
- ¿Qué no é lo que parese? ¡Hijo de la siete puta! ¡Te voy a matá! ¡Adurtero, rabo siego! ¡Que le mete mano a vcuarquié cosa! ¡Que tu jere capá de empujar jasta en un tason de manteca colorá!
Mientras, la Duquesa, se mordía la lengua por no gritar y alertar así a sus guardianes y pedía al maestro de Triana que se marcharse antes de que llegaran éstos.
- Pó eso es lo que quisiera yo, salirme de jaqui. Pero jestoy má apretado que er singulo un obispo. ¡Ayudeme mujé!-contestaba, el Niño del Corral, a la vez que la "Pitones" comenzaba a pegarle con una alpargata en la cabeza.-
A todo esto, la Carmela, no contenta con el sufrimiento de su compañera, pegó una voz a los guardias que rápidamente tomaron escaleras arriba.
- ¡Toma, Toma!, ¡Sinverguensa! ¿pero que tá creio tú? , ponerle los cuerno a la "Pitone" te va a sali caro, ¡toma, bravio, toma! -continuaba, gritando la gitana, mientras repatía alpargatazos por doquier salpicando también a la Duquesa.-
- ¡Deteneos! ¿que sucede aquí? .-preguntaros los guardias, mientras el barreño, volcaba en el suelo inundando la alcoba de agua sucia y pestilente, y ambos garbanzos en remojo salian por separado de su interior.- ¡Pardiez! ¡Señora Duquesa, no tema! , hay un hombre en su habitación, pero ¡Tranquila! ,¡Tranquila! , ya estamos aquí para ponerla a salvo.-explicaba el "empanao" del guardián.-
La Duquesa, dada por satisfecha su chirla y al ver peligrar la fortuna que iba a garrapiñar a su novio. Comenzó a gritar diciendo que el torero había intentado abusar de ella, y que si no llega a ser por la intervención de las dos rameras hubiese conseguido su objetivo. Explicó, mientras el torero alcanzaba el balcón al ver los trabucos de los guardianes y se tiraba de cabeza al pajar de las caballerizas.
- ¡Comooooooooooooooo! de jeso ni hablá!!!! , pero que sá creio so mujersuela. No vaya a curpá a mi "Niño" de lo que ja echo.-gritó la "Pitones", al ver que culpaba del delito de violacion a su novio, para quedarse tan pancha.- Usté lo que je é una puta se jentera. Y yo le voy a jarrancá hasta el urtimito pelo del moño, vamo desí que mi jombre ja abusao de jella. ¡Usté si que ja abusao de un artista! y jasi me lo ha dejao to consumiito y lleno de piojo.
La revuelta duró bastante más rato, y la Duquesa y la "Pitones", se revolcaron aremoñandose por los suelos a la vez que la Carmela continuaba pasandoselo pipa y los guardias intentaban separarlas, doña Rosario, vociferaba fuera de sí y el Rafaelillo, llegaba hasta el patio para poner a salvo al torero antes de que llegasen los alguaciles.
- Ponerme ló cuerno ja mi, pero será cucaracha la pendona esta que tiene má piojo que er rabo un sorro.
- ¡Sueltemé, Gitana! -gritaba, defendiendose como podía de aquella fiera la Duquesa, mientras uno de los guardianes recibía una mala patada en ciertas partes.-
- ¡Jeto sá terminao! -gritó, doña Rosario, arrebatando el trabuco a uno de los guardianes y disparando al techo, esparciendo el silencio más absoluto en la Hostería.-
-¡Corre, Rafalito, corre! que jeso disparo son pá nosotro, ¡Corre, siquiyo! -gritaba calle abajo el torero al escuchar el disparo.-
- ¡Que sá cabao! ¡Me joyen!-volvió a gritar la mujer de Buttarelli.-¡Y joigamé bien lo que lé voy a dejí! , en mi casa no quieo má jescandalo. Jasi que justedes gitanas der demonio ya pue irse ja dá un paseo que ya jablare con ustede má tarde.-dijo, puesta en jarras.- Y justé señora Duquesa, jarga el favó de vestirse que parese una fulana con lá carne al aire, y empiese a preparar su jequipaje, que ya ja creo batante problema en mi casa.
Pero doña Rosario, cambió de opinión al ver como la señora Duquesa le acercaba una bolsa con monedas a cambio de su silencio, de que despachara a la "Pitones" y de que la dejase en pasar en paz en la Hostería los días que quedaban hasta la llegada de su amado.
- No se preocupe que jasí sá jara y no tema por ese pobre diablo der torero que naita malo le va ja pasa. Yo se lo jaré llegá..."