martes, 29 de septiembre de 2009

CAPÍTULO I: El enigma del mensajero...

LG
Estaba por fin la hostería en relativa calma, y digo en relativa, porque eran inevitables las escaramuzas que allí se armaban por culpa del oficio de las gitanas, pues bastaba que llegara un viajero a descansar unos pocos días para que las zorras se le echasen encima como jauría hambrienta, tal es así
que ya ni siquiera eran motivo de charla.

Buttarelli mientras tanto, que se quedaba con una abultada parte de las ganancias, no hacía más que engordar como el pavo ese que alguna vez mató aquél pintor de fama y que luego huyó con la otrora doncella.
Era de ver la forma en que los juglares cantaban la historia de pueblo en pueblo con el beneplácito de Buttarelli que veía promocionada su posada.


El caso es que cierta noche, en que el frío hacía ver fantasmas en la nieve, un viajero encapotado se dio en llegar a la hostería. Estaba el hombre vestido de negro de cabo a rabo con una vestimenta de abrigo bien gruesa para evitar el congelamiento en los caminos, llevaba cubierta la cabeza y sendos guantes de igual color. De su hombro colgaba un morral marrón con signos de mucho uso y cubierto de nieve.

Luego de apearse de su caballo, que venía casi reventado el pobre, se lo encomendó al mozo de caballerizas y se dirigió hasta la sala donde ardía un fuego acogedor. Cuando abrió la puerta, entró con él una ráfaga de viento y nieve que hizo que todos los parroquianos se dieran vuelta para ver quién venía en esa noche de perros donde no asomaba el morro ni el mismo demonio…

La figura negra resaltaba como un hechizo de medianoche al resplandor de los leños crepitantes. Todos habían quedado a la espera de que el forastero hablara… y el forastero habló…

¡Posadero! ¡Venid hombre! Traigo un mensaje de gentes de honor… -Y sacándose los guantes, abrió el morral sacando un pergamino lacrado con un sello que Buttarelli no alcanzaba a ver bien-. Mi Señor y su comitiva pasarán a pernoctar por esta posada dos días a partir de mañana. Se le requiere al posadero que tenga preparadas “todas” las alcobas de que se dispone en esta hostería, que se acondicione cada una con su mejor gala y que se vayan preparando a partir de ahora, los mejores manjares de Castilla, qué digo, de España toda… Además no podréis hacer preguntas a nadie de los que vinieren, so pena de cortaros la lengua por ello, y nada de escuchar tras las puertas, o se os amputarán las orejas… Que aquí en más, esta… hummmm… posada, será el destino de mi Señor por el término de treinta días, y para esto, os envía esta bolsa de oro, ahora cerrad la boca y os conviene aceptar el trato… -Dijo depositando bruscamente una bolsa repleta de monedas sobre el sucio mostrador.

De más está decir, que todos quedaron de una pieza. Buttarelli sólo tenía ojos para ver la bolsa llena de dinero, las gitanas tenían ojos para ver la bolsa y para adivinar los atributos que la negra y extraña figura traía bajo sus atuendos. Los parroquianos comenzaron a cuchichear tratando de adivinar quién era aquél mensajero y quién su Señor…
La hostería, una vez más, se había convertido en un avispero.

----------------------------

"S"

- ¡A benga usté pá cá! que no está to disho-dijo, el tabernero, al hombre de negro para que supiera que era el dueño y que tampoco podía comprarlo todo con el oro. Pero por si acaso no soltaba el bolsón ni "quemao".- Quiero que jepa vuestra mersé, que yo tambien pongo mis condijiones en esta contratasión. punto juno; no se debe presioná a la cosinera con ló menú der día, je de avertile que la cosinera é mi mujé y má vale respetá su desisión.-dijo, contando con los dedos de su mano derecha, a la que por cierto faltaba uno de los apéndices por ser rebanado con un cuchillo chuletero de peso considerable al cortar un cabrito.- - punto jegundo; Cuenta la hostería con una jerie de dama de lo má reputao, nunca mejó disho, a las que cobro arquilé anuá y me je imposible jecharla por un mé. Que tampoco dan ruío la musachas y puen satifacé la nesesidade má basica der personá que saloje aquí.-añadió, soltando su segundo dedo al aire, mientras las gitanas movían sus cabezas como señal de aprobación.- Punto terjero; no doy cabía en mis arcoba a perseguio por la justisia ni por la santa inquisision, como ententerá er visitante este punto é de lo má logico y fasi de entendé. Así que sobran replica.-dijo, mientras el forastero mostraba paciencia ante tal alarde de poderío absurdo, como el que se contentaba el posadero, sabiendo de sobras que no había vuelta atrás y el trato estaba hecho desde el punto y hora que éste tomo el saco de monedas en sus manos.- Y quinto y jurtimo...
- Querrá desí, cuarto, Buttarelli-dijo la Carmela, corrigiendo a su patrón.-
-Querría desí lo que je disho, niña, y no me corrija que te doy de baja en la nomina y te vá a trabajá debajo er puente, ¡Coñi!.-contestó, ofendido, Buttarelli. -Así que vuervo a repetí, quinto punto, por que el cuarto se fué con er deo al guiso.-añadió, riendo su propio chiste, ante la ausencia de sentido del humor que poseía y mostraba el hombre de negro.- Pó no se ria, que tampoco pasa ná. Bueno a lo que iva, que pá un mé se me antoja poco el oro que trae la borsa.-dijo, pegandose el farol.-
Ante aquel último punto el mensajero, intento saltar rapidamente para argumentar al tabernero que se iba a quedar con sus hostería y todas sus clausulas, y que ya buscaría algún otro hospedaje que de veras comprendiese el importante negocio que venía proponiendo en un invierno tan duro, y en el que la gente no pensaba utlizar mucho hospedaje si no le era del todo necesario. Pero, más pronto se engulló sus propias palabras, viento el rostro imperturbable del contratador, y como si de un resorte se tratara, contestó ante el posible intento de ruptura de la negociación.
- ¡Ayyyyy! que má entendio mal vuestra mersé. Lo que jé querío desirle es que esta son las cuestione que les planteo a tor er mundo, pero en er caso de vuestro señó, no jai poblema ninguno. Asepto er trato.
Y así con una desdibujada sonrisa el mensajero estrechó la mano de Buttarelli, aceptando cortesmente que fuese su señora quién propusiese los menus del día y que aquellas señoritas continuaran viviendo en sus alcobas sin más problemas.

14 comentarios:

  1. Escuchad Salmorelli, la posada es nuevamente un avispero, como no podía ser de otra manera...
    ¡Recoged el guante y echaros a andar pues, que la aventura ha comenzado! ¡A vuestro puesto, pardiez!

    ResponderEliminar
  2. PUFF LILIANA,PONES EMOCIÓN HASTA EN LOS COMENTARIOS...CON TANTA MONEDA DE ORO DE PORMEDIO NO QUIERO NI PENSAR LO QUE AQUI EN LA HOSTERIA SE LIARA...ESPERO QUE SALMORELLI RECOJA EL GUANTE Y ESTOY PREPARADA PARA DISFRUTAR CON VOSOTROS UNA VEZ MAS.

    QUE DE COMIENZO LA FIESTA!!!!!

    BESITOSSSSSSS...

    ResponderEliminar
  3. ¡Qué emoción! No esperaba encontrarme tan rápidamente con otra historia. Jajajajaja
    Y por lo visto, esta ya nos instaló el misterio de entrada...

    BRAVO LILI... ¡OLEEEEEEEEEEEEE!

    ¡QUEREMOS SABER CÓMO SIGUE! ¡SALMORELLI, TE ESPERAMOS!

    Besos

    ResponderEliminar
  4. ¡¡Jajajajaja vuestra merced no ha perdido tiempo!! -Dijo doña Liliana a Salmorelli, sin poder contener la carcajada, por la gracia del tabernero-. No creáis que esta dama no os seguirá en la presente aventura como los cielos la inspiren...

    Acto seguido, dio las gracias a doña Mari y a doña Nirvana que tan atenta y prestamente ya estaban ambas, a la lectura de la presente historia y fuese en busca de los hados del buen escribir...

    ResponderEliminar
  5. Como el buttarelli se haga el listillo,se quea sin oro y sin ná de ná...No hay nada que agradecer doña Liliana,es todo un placer leer vuestros relatos...UN VERDADERO PLACER!!!!!!

    Besitos!!!!

    ResponderEliminar
  6. Vaya vaya, ya la tenemos montada de nuevo en la hostería, y con uno de negro como el de la triste figura, ¿quién será su señor que tan de incognito desea aposento por un mes?... que un mes, es un mes, !menudo tejemaneje estarán trajinando la Carmen y la Pitones!

    Maestros, tienen trabajo, alzado queda el telón

    Lili y Salmorelli, un besote enorme, ya sabeis, de esos bien gordos y sonoros

    ResponderEliminar
  7. Esta posada que en tiempos de Castilla, así se llamaba, promete ser una gozada… ¡Por don Ezequiel!, las aventuras las cuenta de diez en diez. Muy suspensa me halló con esta otra, que prometer, promete…. ¡Quiera el cielo y la luna!, que esta sea mejor que ninguna, aunque corriendo la lógica, la anterior se vistió por soberbia. Esperemos entonces que en esta otra se sorprendan mis orbitas y eclipsada me deje…. Besos, besos, besos… Antoñi

    ResponderEliminar
  8. Estupendo el blog. Estaremos en contacto. Un saludo.

    ResponderEliminar
  9. Doña Mari, sé que seguireis fiel a esta hostería mientras la hostería siga en pie y que mil años dure a los cielos pediremos...

    Seguid vuestra lectura pues.

    ResponderEliminar
  10. No desespereis apm, que aciagos días se aproximan..., serán de ver los acontecimientos que aquí se desarrollen y que no serán pocos...

    Adelante y disfrutadlo...

    Recibimos vuestros sonoros besos y os lo agradecemos en demasía.

    ResponderEliminar
  11. ¡Pardiez doña Antoñi! ¡Qué verborrea la vuestra! Da gusto escucharos ¿no quereis acaso entrar a esta hostería a compartir unas aventuras desde adentro?

    Pensadlo...

    ResponderEliminar
  12. Bienvenido Kraxpelax, no te entiendo demasiado pero se agradece tu visita y disposición.

    Abrazos.

    ResponderEliminar
  13. Muchas gracias por tu presencia arobos, bienvenido.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  14. ¡Por Dios! No crean que me han perdido como visitante de la hostería, queridos amigos. No sabía que ya había arrancando una nueva aventura.

    ¡¡Maravilloso!! Se perfilan una situaciones de antología...

    Saludos

    ResponderEliminar

Bienvenidos a "La hostería de Cristófano Buttarelli". Es un honor recibirlos con un vaso de tintillo y todo nuestro afecto. ¡Gracias por vuestra visita!