sábado, 21 de marzo de 2009

Sin que venga la niebla

QUIERO que sepas, por encima de todo,
que no entiendo el sentido de este amor:
las noches frías de un invierno enclaustrado
o el calor agobiante de estas tardes
cuando paseo y recuerdo los lugares que anduvimos juntos.
La mañana con viento en el Alcázar
y tu falda volaba como lo hacen las hojas de los sauces.
Quiero que sepas, si no es mucha molestia,
que te echo de menos:
tus risas, tus cabellos, tus detalles pendientes de un hilo,
aquel abrazo lento y fugitivo en la esquina del parque
con un te quiero mucho y una lágrima...

Recuerdo que tus pasos en la acera
iban dejando sombras, y hasta melancolía,
porque no es posible querer y ser querido
sin que venga la niebla
y difumine entonces tus risas, tus cabellos,
y ese quiero que sepas que te quiero.


De Introducción y Detalles (Betania, Madrid, 1.991)

6 comentarios:

  1. ¡Cuánto sentimiento! Los recuerdos del ayer que se hacen carne en la nostalgia del presente, pero arrancan un poema como éste... sin niebla.
    Un abrazo.

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  2. Gracias Liliana.
    Es antiguo, pero siempre está presente.
    Un abrazo.

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  3. ¡Ay, Javier! Dices que es antiguo. Me evoca tu poema tiempos muy lejanos, cosas que sentí a los veinte años, momentos intensos, luces y olores que me transportan a tiempos donde la inocencia gobernaba mi vida. Qué bonito, Javier, me has hecho rememorar muchas cosas hermosas. Gracias. Lo colgaremos en las paredes de la hostería, porque tiene tu poema la virtud de enternecer.

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