lunes, 20 de abril de 2009

Capítulo II. Entrando en confianzas.




Don Antonio, ¿veis a ése que acaba de entrar con posturas de torerillo? ¿El que dice ser el Niño del Corral Candelas? Tranquilamente podría ser uno de los hombres del cardenal. Cualquiera de los que aquí están podría serlo, tal vez vos mismo, aunque no lo creo. Ese Niño del Corral Candelas no me da buena espina, tiene pinta de ser de los que gastan charrasca. Vos, seguid vigilando a la dama y al niño, yo me encargo del Niño del Corral, voy a ver si le sonsaco algo.

Por cierto, que tampoco me da buena espina la señora. Una mujer que se va a la cama con un cardenal debe ser peligrosa, ya sabemos cómo las gasta la Iglesia. Y cómo las gasta el cardenal. Según el esposo de la dama, su eminencia ha contratado mercenarios para eliminar a la criatura. A la criatura y a quien se cruce en su camino. Mala gente, don Antonio. Asesinos sin escrúpulos. ¿Vais armado? No, claro, si llevarais un arma la habríais vendido para alimentaros. Tomad una daga, y llegado el caso, usadla, no os dé miedo.


Mendo de las Cuevas se levanta de la mesa distraídamente y se acerca al mostrador, donde el Niño del Corral Candelas charla con Buttarelli.

¡Olé el arte de los toreros buenos, sí señor! Yo tuve la suerte de tocarle las palmas a este gran artista en Navarra. ¿Y Costillares? Costillares es un maletilla al lado de este maestro, Buttarelli, que te lo digo yo, que de toros entiendo lo mío. Saca el mejor vino que tengas en las bodegas y los mejores chorizos, que hoy tengo la suerte de brindar con el Niño del Corral, qué suerte la mía. ¡A la salud de vuestra merced, artista!



Elena, ha pedido a Buttarelli que le dé trabajo en la hostería, así piensa que puede pasar desapercibida, ignora la conspiración que hay en favor y en contra de ella a su alrededor.



-Gueno día don Mendo, aquí tienen el vino que ha pedio zu zeñoria y el choriso, zi quieren uztede comé argo má, en la cocina hay un pucherito que quita el zentio ¡amos!

Por cierto ¿uzte e andaluz? ¡No ze le nota mucho el azento !amos! (de donde será éste condenao morenazo que está como un cañon).

Y uzté torero no le da pena matá a ezo animale, que doló maz grainde, matá a eza pobre beztia, zi ya ze que uztede me van a coger tírria por decí eza coza, aquí en andalucia ez un arte, y digo yo, porque uztedes no torean al torero.

¡Vargame Dió y la Zantizima Virgen! Yo juro por miz muertos que zi yo puiera en Andalucia no ze mataban más bichos de ezos con cuernos. Ezo e un zacrilegio miren uztede y ezo que eza palabra yo no la conoizco ziquiera, porque yo me crié en er campo con mucha vaca y caballo y juro que no ze leer ni ezcribir, ni entiendo de ninguna otra coza que trabajá.

(¡Toma ya el galgo! por si creen saber algo sobre mí con esta entrevista los he dejado Caos, los ojos de don Mendo me escudriñan y me siento desnuda ante su mirada penetrante y el torero con cuerpo de sardina tiene unos labios generosos donde una se perdería, se ven buenos mozos por ésta hostería, lo que se están perdiendo mis amigas de la corte Carmen y Martina que de aburridas con maridos gordos que ya ni furulan, necesitan ser amantes de criados y jardineros. Cuando les cuente lo que hay por aquí se les pondrán los dientes largos, como si las viera me dirán: ¿Mujer por qué no nos avisaste? creerán ellas que aquí las palomas mensajeras están a la orden del día).



¿Sospechar de mí Don Mendo? Me reiría si humor me quedase en el cuerpo. Sí ya me da temor de esta daga. Seguro que acabaré cortándome un dedo. Yo vigilaré. Pero si la cosa mala se torna, no espere de mí otra cosa que el saltar de mesa en mesa como gallina perseguida por zorra. Y no me apura reconocerlo pues prefiero ser honrado y cobarde, que mentiroso e igualmente cobarde. Pero os prometo que si ese Niño del Corral, (por cierto, de nariz superlativa), se moviera en toda la hostería reinaría el desconcierto, pues ni una mujer pariendo se atrevería a dar más gritos que este triste pecador.




(Pardiez, ¿será el vino? ¿Pues no tengo el barrunto de que doña Elena me mira con lascivia y deseo? Y qué buena moza, y qué carnes más prietas. Vive Dios que tiene buen gusto el cardenal, aunque no conozco cura que no lo tenga. Y vestida de posadera, con ese corpiño ajustado… pardiez, mejor pensar en otra cosa)

Gracias, señora, por el vino. Y por cierto, los toros de lidia, como los canallas, están nacidos para darles muerte, si bien es verdad que los toros también para comerlos. Y aquí tenéis a un maestro hecho y derecho, un mataor de primera que rebosa arte por los poros, sí señora, que yo lo ye visto torear y los vellos se ponen de punta. Servidle vino, si os place, que para eso estamos, para hacer honor a tan ilustre figura del toreo.


(Vive Dios, qué corpiño, madre míaaaaaaaa)


Gracias a vuestras mercedes, por tanto elogio y piropo. Brindo por ustedes y por que tengan la ocasión de verme lidiar muy pronto por uno de los cosos de por aquí abajo.

Ahora os pido, buen tabernero, que repartáis una convidá pá to el que guste compartir barra con el Niño del Corral Cándelas, y si hay en la Hostería alguna buena moza que desea que le susurre al oído como se briega con una fiera de quinientos kilos, aquí estoy yo deseando de darle las oportunas explicaciones. ¡llena Buttarelli!


(Pardiez que es fresco este Niño del Corral, que lo invito yo a él y él invita por mi cuenta a toda la taberna. “Repartid una convidá pa to el que guste”, dice. E inocente en apariencia, que ha llamado a Buttarelli “buen tabernero”. Buttarelli no lo es, hasta los santos del cielo lo saben, pero doña Elena… vaya con la amante del cardenal. Si sigue aquí una semana hará rico a este rufián)

Don Antonio, venid aquí si os place, que vais a conocer a un artista del toreo. Por cierto, del Corral, disculpad la indiscreción, ¿cuál es el motivo de que honréis este antro con vuestra presencia? ¿Os ha recomendado alguien la hostería del Laurel?

¿Recomendado, decís? , no hay plaza en la que haya derramado mi saber y maestría, en la que no se hable en sus patios de cuadrillas de otra cosa. Dicen que son mágicas sus noches y que acuden aquí las mejores doncellas de la comarca. Y aquí, sabe Dios que estoy para glorificar aún más la fama del bendito antro laureado que regente este tabernero regordete con tan poco salero. ¡Buttarelli! llena que andan loco por invitarme. ¡Miren los señores que natural! , ¡ oleeee! , ¡Buttarelli! ¿donde están las hembras que te han encargado? , que la noche sea mágica y que triunfe en esta plaza de primera en compañía de buena cuadrilla, jajaja

Qué barbaridad, ¡vive Dios, qué arte! ¡Qué equilibrio en la muleta! ¡Cuánta gracia, salero y temple burlando al morlaco! Pero, del Corral, no es indiscreción, pero a fe mía que un talento del toreo como vos debería venir acompañado de cuadrilla, al menos de un sustancioso equipaje, a mi parecer. ¿Dónde está vuestra cuadrilla, del Corral? Que me muero de ganas por servirles vino y partirles queso y darles chorizos. ¿No os parece, don Antonio?

(A fe mía que ahora va a querer que corra yo también con el gasto de las hembras. Bien cara va a costarle al señor conde la vida de este zagal. Pero lo importante es que este pájaro enseñe el plumero, si es que lo tiene, que no termino de fiarme mucho de este artista)

(Albricias no puedo dormir, me desvelo, tengo la sangre envenenada de deseo, cuando aparezca el Cardenal Cisneros, aquí mismo cae en este camastro como un tórtolo, qué sabrá él lo que es dormir junto a un cortesano insoportable, bien me decía: "Elena, no pierdas a tu esposo hija mía" ¡que humillación! escucharle decir: "Elena yo te adoro, mi pasión por ti no tiene limites" Mentiroso, hijo de serpiente, ¿qué has hecho de mí que no puedo pensar en nadie más? Sé lo que has hecho, bien lo sé, hacerme el amor como ninguno y el precio es éste, verme arrastrada por tu pasión, fugada de mi castillo, sirviendo como una campesina en la hostería, esquivando las manos de los mozos en el trasero cuando les sirvo el vino, todo esto lo soporto por vos mi señor Cardenal y si tuviera que pedir limosna lo haría, desgracia grande la mía no poner mis ojos en otro).

6 comentarios:

  1. César, no puedo dejar de admirar tu ingenio y excelencia en las letras. Tenés en mí una ferviente admiradora.
    Cariños, amigo.

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  2. Gracias, Liliana, yo también te admiro más de lo que imaginas.
    Un abrazo.

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  3. Cesar, que me hiciste reir con:"Pardiez que es fresco este Niño del Corral, que lo invito yo a él y él invita por mi cuenta a toda la taberna. “Repartid una convidá pa to el que guste”, dice. jajaja
    ¡Que bueno es reir mi arma!
    Besos

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  4. Salmorelli, también muy bueno y Manuel con eso de: "no espere de mí otra cosa que el saltar de mesa en mesa como gallina perseguida por zorra".
    No vamos mal del todo, veremos como salimos de ésta. jajaja
    Besos, muchachos compañeros de la Hosteria coman y beban que mañana será otro día...

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  5. Manuel, eso de: "pues ni una mujer pariendo se atrevería a dar más gritos que este triste pecador."
    Sencillamente ¡me encantó! ¡Adelante, amigo!


    Salmorelli ¡Olééé, machazo! Que las hembras esperan al Niño del Corral...

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  6. Espoleado Marian y Liliana, Antonio se va soltando, él y su lengua.
    Gracias a las dos.

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Bienvenidos a "La hostería de Cristófano Buttarelli". Es un honor recibirlos con un vaso de tintillo y todo nuestro afecto. ¡Gracias por vuestra visita!