lunes, 27 de abril de 2009

CAPITULO II LOS PREPARATIVOS DE LA FIESTA






- Tenga usted unos carteles del evento, tabernero.

- Pero, tú eres...

- Sí, yo soy el gran Rafaelito, miembro de la cuadrilla der maestro de lo maestros. ¿Me pone usted una copita?

- Sin parné por delante no hay copa que valga, banderillero.

- No me sea "icosiente" , que como un banderillero quiera se carga la corria.

- ¿Me está "amensando" ?

- Que no son "amenasa" hombre, que es cuestión de estimular a los seres humanos que van a venderle tó er papé pá mañana.

- Si está aquí el valiente banderillero-dijo acercandose carmela, la gitana, acariendole el cuello.-

- Que sean dos copitas en vez de una, don Cristóbal-contestó Rafaelito, echándo el brazo por la cintura de la gitana.-

- Me llamo Cristófano, no Cristóbal. Aquí tiene, pero más le vale a su maestro salir por la puerta grande...

- No se preocupe vuestra mercé que eso está echo.

El banderillero, se retiró con la gitana a una de las mesas de la Hostería, mientras Buttarelli entraba a la cocina en busca de los platos de comida que el ciego había encargado para la recién llegada.

-Carmelilla, tu podría también contribuir en subirle los animos a este profesioná der toro.

- Y está dispuesto a pagar el profesioná...

- No seas desconfiá mujé, dame un adelantito-contestó el banderillero metiendo su mano entre la entrepierna de la gitana.-

- Ya está torero, o enseñas los reales o no hay lugar a la jodienda.-contestó apartandole la mano y cerrando sus piernas.-

-Esperaté, porque esto hay que apagarlo cómo sea-dijo poniendose en pie y subiendose el pantalón a la vez que se miraba su abultada bragueta.

-¡Pus! ¡Bucareli!-siseó al tabernero, para llamar su atención desde el otro extremo de la barra.-

-Buttarelli, me llama Buttarelli, ¿qué quiere ahora el señó?

- Déme vu esensia un adelantillo pá rematá la faena con aquella moza.

-¡Pero, jamás se ha visto que desfachatez!

- No se me artere que me deprimo y mañana soy capaz de tó en er festejo.

- No, tranquilicese, buen hombre, tome. pero ni un real más.-contestó Buttarelli sacando un fajo del bolsillo.-

- ¿Y las llaves?

-Pero ¿que llaves?

- Hombre no querrá que remate la faena en un pajar y que coja mala postura pá mañana, dejeme una de sus alcobas...

-Schssst, Martín, niño, ojo con la bolsa que a granuja huelo. No consientas por nada del mundo que ese mozo se acerque a nosotros. Si lo hace me tiras de la manga con disimulo, que le arreo un bastonazo que lo deslomo. Y a mi izquierda hay un hombre y una mujer ¿a que sí? Atento que ésos tienen plata.

-¿Y cómo lo sabe vuestra merced, si vuestra merced no ve?

-No me seas tonto, Martín, que nunca vas a llegar a nada. No los he visto pero los huelo, y esos dos huelen a dinero, sobre todo la mujer. ¿Él lleva espada?

-No

-Entonces cuidado con él, porque de seguro lleva navaja y pistolas. Y, Martín... si el caballero no gasta estoque, ¿dónde llevará la bolsa?

-En el lado izquierdo, señor, en el lugar del estoque.

-Bien, Martín, hijo, vas aprendiendo, vas aprendiendo. Ya sabes lo que tienes que hacer, te acercas con disimulo y se la quitas, como yo te he enseñado, que tenemos que pagar el alimento de la dama.


Permitidme buen hombre que a modo de agradecimiento os recite una pequeña copla en vuestro honor:




Ojos que ciegos ven
el alma del caminante
y en los senderos del día
velan la magia errante
con la nobleza prendida
a un corazón amante.
Veis más que el que ve
con ojos de mal talante,
sois caballero mendigo
sin escudero andante,
no necesitáis de lujos
para ser buen señor
de la vida, sois galante.

El ciego, aún impactado por este gesto espontáneo de gratitud, se ha quedado de una pieza a pesar de su sagacidad manifiesta.
El resto de los truhanes, ha dejado de intrigar por un momento. Algunos se mofan a hurtadillas, otros festejan la salida y algunos, molestos por la interrupción de la Poetisa, maldicen a viva voz…

Pero el ciego, en parte emocionado de verdad ve la ocasión propicia, toma la guitarra y se dirige a la concurrencia, que a esa hora es mucha en la hostería.

Bellísimo, bellísimo, tanto como debéis serlo vos, pero atiendan vuestras mercedes, atiendan, os lo ruego, oíd esta cantiga del rey Alfonso el Sabio, hijo por cierto de aquel santo hombre que rescató a Sevilla del yugo de los moros infieles. Oíd, luego pasará el zagalillo con la escudilla para probar la generosidad de vuestras mercedes, que no sólo de fe vive el hombre.

Y con voz meliflua empieza a cantar:



Rosa de beldad' e de parecere
Fror d'alegria e de prazer,
Dona en mui piadosa ser
Sennor en toller coitas e doores.
Rosa das rosas e Fror das frores,
Dona das donas, Sennor das sennores.

Y en llegando a este punto cae al suelo estrepitosamente, dando traspiés, llevándose por delante la mesa de don Mendo, a doña Elena, las jarras de vino, la comida y a dos clientes que por enfrente pasaban. El sobresalto es mayúsculo. Todos se ponen de pie. Don Mendo tira de él tratando de levantarlo; Buttarrelli, que ha saltado el mostrador, hace lo mismo. El ciego, en el suelo caído a todo lo largo, da en gritar desesperadamente:

¡Aay! ¡Por todos los santos, socorredme, socorredme, que me he matado! ¡Muerto soy! ¡Confesión! ¡Confesión!

En medio del revuelo, el zagalillo, con una pequeña navaja en la mano, corta sin problemas la bolsa de don Mendo, que cuelga de su cinturón. También la del propio Buttarelli. Con los ojos como un gato en una matanza, rápido como el rayo, busca y busca más víctimas, más bolsas que cortar, pero ya han levantado al ciego y el tumulto es tan grande que no atina a ver más. El ciego, ayudado por los clientes, por la joven que acaba de llegar y por el lazarillo, consigue sentarse a duras penas en un taburete.

¡Ay, Virgen Santa! ¡Ay qué golpe! ¡Creí morir, creí morir, créanlo vuestras mercedes! Niño, Martín, hijo, pasa la escudilla por las mesas por si algún alma caritativa tiene a bien apiadarse de este pobre viejo, ciego y moribundo que sólo del susto ha estado en un tris de entregar su alma a Dios.

El zagalillo pasa por las mesas la escudilla y algunas monedas piadosas caen en ella. A la de don Mendo no se acerca. Sabe que no tiene bolsa.

-Toma Carmelila de mis entraña, aquí tienes la davia, vamonos al camastro buena moza-dijo Rafaelito, metiendo los reales en el corpiño de la gitana tocando mamas de camino.-

- Espera artista, que me parece que ciego y lazarillo han desplumao a los asistentes.

- Y que más te dá, ¿no ves que mi miembro no puesde esperar más?

- Por romantico no te tenía, pero a una dama no se la corteja así

- ¿de que cortejo hablas mujer? si el cortelo lo llevas ya a cuestas de tu corpiño.

- está bien, anda vamos arriba.-contestó poniendose en pie.-

- ¡Alto ahí! -gritó el Niño del Corral irrumpiendo en la Hostería.-

(madre lo que me faltaba para no saciar el pajaro) -masculló el banderillero.-

- Buen detalle el suyo Rafaelito, ha cuidao de la dama hasta que llegara.-dijo el maestro.- ya puedes irte a descansar tranquilo para mañana Rafael.

- Pero, maestro...

-Nada de peros que mañana tienes que andar al quite de la figura del toreo.-contesto el torrero cogiendo a la gitana de la cintura.-

- Si ha venido a verme el maestro de los maestros.-contestó Carmela quitandole de las manos al banderillero las llaves de la alcoba, y tirando del Niño hacia la escalera.- por cierto maestro, esta vez quisiera los reales por adelantao

- Que no se preocupe la hembra que enseguida le doy el parné.-contestó acercandose a la barra.- ¡Buttarelli!

- ¿Pero que hase aquí que no está descansando pa mañana, alma de cantaro?

- Tranquilo que el artista necesita un retiro guerrero antes de cosentrarse, deme un adelantito de lo que va a ganá mañana con el festejo.

- ¿adelantito, dice?

- Spsss, no se hable más que sino mañana no respondo.

- Está bien, está bien, tome usted, pero descanse por amor de Dios, descanse.-contestó el tabernero presa del chantaje que el mundo del toro le estaba haciendo desde todos los flancos.-

- Toma Carmelilla, esto es un adelanto, y cuando mi estoque descanse contento te daré el resto, anda sube-le dijo dandole una palmada en el trasero.-


Entre todos consiguen poner en pie al ciego. Entretanto, el zagal ya ha abultado el morral con las bolsas robadas y las monedas ofrecidas de buena fe. Aún le quedan un par de parroquianos para desplumar a como venga.
La Poetisa, queda sola con el ciego, pues el revuelo concluyó y la chusma ha vuelto cada uno a lo suyo.

Permitidme sentaros a vuestra mesa, señor, por lo menos hasta que venga el mozo que os asiste, que mal os vería si nuevamente fuerais a caer. A propósito ¡qué voz maravillosa que tenéis! Me preguntaba si no quisierais que yo os compusiera las letras para que vos las cantarais.

¿Acaso no os he visto antes? Me da como que os conozco… Será mi idea creo, pues en quien yo pienso ciertamente no era ciego y menos aún con esa estampa, con perdón de usted.

El ciego escucha a la mujer sin pronunciar palabra, parece estar atento al vuelo de una mosca. Mientras ésta se inclina a levantar el sombrero que ha quedado en el suelo después de la escaramuza que se ha armado, el andrajoso personaje, con total desparpajo y con la rapidez de una ardilla, tantea a dos manos las asentaderas de la joven que se incorpora con la rapidez de un rayo.

¡Qué hacéis! ¡Vive Dios mal parido! ¿Vuestra ceguera os deja ver acaso lo que llevo por detrás?

¡Niño! ¡Niño! ¡Cuidad de vuestro padre o quienquiera que para vos sea este truhán! Que si vuelve a meterme mano, le afeitaré esa barba sucia con el filo de mi navaja, que por cierto no se detendrá hasta llegarle al cuello! ¡Aquí no se gana para disgustos que cada quién más livianos!

¿Hostería le llaman a este antro? ¡Si hasta en los caminos estoy más a salvo que aquí dentro!
¡En mi vida he visto un ciego que vea por sus manos! ¡Id como bufón del rey, que no seré yo vuestro lazarillo de bruces!

Dicho esto y con el desaire, ahora sí, de una dama, la joven da media vuelta y se encamina hacia un rincón de la hostería con un halo de indignación y pensando en retomar los caminos, pues intuye que aquello pronto se desbocará.

No, no, señora, no os alteréis por tan poca cosa, que harta desgracia tiene el que es ciego y no ve, el que a falta de ojos ha de valerse de lo que palpan sus manos. ¿A que sí, Martín? ¿A que mis manos son puras y están limpias de mala intención? Anda explícaselo a la dama. Por cierto, señora, ¿habéis oído que mañana torea en el coso un maestro de gran renombre? Martín y yo cantaremos en la puerta de la plaza, que tales eventos en estas tierras engrosan la bolsa. Venid con nosotros, con vuestra voz y vuestros encantos, de los que ya puedo dar fe, Sevilla quedará maravillada.

El ciego se dirige ahora al zagal y le habla al oído.

Martín, ¿has visto pasar a esa gitana tan salerosa que ha subido al cuarto no sé con quién? Cuando baje, acércate a ella y dile que venga a verme. Ay, Martín, tú no entiendes de algunas cosas, pero ya entenderás cuando seas un hombre. Tú no te separes de mí y observa, que nunca te faltará el sustento. Toma, dos monedas de plata, te las has ganado, truhán.

17 comentarios:

  1. Jajajajajjajjajajajja!!!!!! me lo estoy pasando en grande,desde luego que teneis arte,pero arte de la guena jajajj.

    Besos para todos...

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  2. Muy bueno el zagal que manitas jejeje
    Bien contado el cuento síii muy requetebien
    Besines

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  3. HAY CARMELA!!!!!!PONTE LAS PILAS QUE LLEGO EL TORERO jajajajjj.

    (se me saltan las lagrimas,de la risa)

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  4. ¡Santo Dios Salmorelli! ¡Que te da lo mismo ser mozo, moza o lo que venga! ¡Eso es arte, hombre!

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  5. Purtroppo parlo e scrivo soltanto in italiano (e anche male) ma posso aggiungere che il tuo
    post è bellissimo con foto e dipinti stupendi.
    Un cordiale saluto da
    aldo il monticiano.

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  6. Llegado el momento, mi querida damisela, y a la hora de ser consecuente, le confienso que ande yo caliente, riase la gente. Y a la gitana aún le queda mucho dinero que ganar en esa Hostería. jajaja

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  7. fratello e la ringrazio per questo benvenuto Hosteria

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  8. .il tuo post mi piace..peccato la lingua!!!!!!!!!non la conosco!
    un saluto

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  9. ¡Vive Dios! ¿Quieren vuestras mercedes hablar en la lengua de los cristianos?

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  10. Perdón, Lamara, asuntos pendientes de otros lares.

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  11. Cuche vuestra mersé, si ase farta una charrasca piñone na ma tenei que da un sirbío, maestro. Ea, queá con Dio.

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  12. ¡Gracias César! Bis. Jajaja Que te ha salido dos veces tu exclamación y las dos te las agradezco.
    Besos.

    ¿Ahora son tres los que no hablan en cristiano?
    ¡Válgame Dios! La próxima hablaré en francés...

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  13. Desconozco la razón pero me da un error al introducir entradas en este capítulo. Se bloquea y no me lo permite. La última entrada, aunque de color magenta es mía y los personajes son el ciego y Martín.
    Lo siento, pero tampoco me deja quitarla. Un abrazo a todos.

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  14. ¡Listo César! Subsanado el inconveniente. Hoy le he podido ganar a esta máquina mañosa, mañana veremos... Jajajaja
    Besos.

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Bienvenidos a "La hostería de Cristófano Buttarelli". Es un honor recibirlos con un vaso de tintillo y todo nuestro afecto. ¡Gracias por vuestra visita!